Parece que los egipcios no estaban conformes con sus candidatos a la presidencia.Antes de la jornada electoral, se daba por sentado que el Abel Fattah al-Sisi, actual mandatario del país africano, sería quien alcanzara la victoria y con ella, su segundo periodo al frente de Egipto.

Bastaba con ver a su contrincante con mayor peso: Moussa Mustafa Moussa un personaje que no solo hace parte del mismo partido del presidente sino que, además, inscribió su campaña pocas horas antes de que se cerrara la fecha límite para el registro de candidatos.

Con todo y eso, Moussa no quedó en el segundo lugar de las votaciones con el 3% de los de los electores respaldándolo. Entre él y el 92% alcanzado por al-Sisi está la que quizás fue la sorpresa más grande de las elecciones egipcias: con un 5% de los “votos”  el futbolista e ídolo de la selección de balonpie de ese país, Mohamed Salah, logró lo impensable al conseguir que miles de egipcios votaran por él.

La adoración de los egipcios por Salah llegó a su cumbre cuando, en el último minuto, anotó el gol que los clasificó al mundial Rusia 2018. Eso se juntó con la poca popularidad de los de los candidatos a la presidencia. El resultado fue miles de egipcios escribieron el nombre de Salah en la papeleta electoral y le asignaron su voto a la estrella de la selección egipcia.

Salah, que compite en la liga de fútbol inglesa para el Liverpool, nunca ha tenido participación directa en el mundo político de su país.

A pesar de las amenazas del estado islámico la votación, el único contratiempo de la jornada electoral egipcia fue, precicamente, los miles de votos anulados a favor de la estrella de fútbol el abstencionismo. A diferencia de los comicios de 2014, donde votó el 47% del censo electoral, esta vez solo registró su voto el 42% de las personas habilitadas para hacerlo, la mayoría de ellos, de edad avanzada.