El asesinato de un joven jugador de rugby de 16 años en Crépol, un pequeño pueblo rural de Francia, desató los fantasmas de una ultraderecha en auge. El gobierno se ha visto en la obligación de llamar a la calma en un contexto tenso similar al de Irlanda, donde un apuñalamiento cerca de un colegio encendió una ola de disturbios en Dublín.

Thomas perdió la vida a mediados de noviembre durante la reyerta que se originó cuando un grupo de jóvenes armados intentó irrumpir en una fiesta. Rápidamente, grupos de ultraderecha vincularon su muerte con la inmigración.

El pasado fin de semana, facciones ultraderechistas organizaron marchas en Francia, entre ellas una con 80 personas en un barrio pobre de Romans-sur-Isère (sureste), ciudad próxima a Crépol y donde se cree que viven jóvenes implicados en la reyerta.

“Corresponde a la justicia impartir justicia. No a los propios franceses”, aseguró el lunes desde Crépol el vocero del gobierno, Olivier Véran, quien criticó estos grupos ultraderechistas movidos “por el odio y el resentimiento”.

La tensión es palpable. Un hombre de 63 años, vecino de una localidad próxima, recibió a Véran a gritos: “¿No le da vergüenza de defender la Francia de los barrios desde hace varios años?”.

La situación recuerda a la vivida en Irlanda la semana pasada cuando grupos de ultraderecha, según la policía, provocaron disturbios en Dublín a raíz del ataque con un cuchillo a niños a la salida de un colegio.

Los rumores sobre una supuesta condición de inmigrante de los autores de los ataques, nunca confirmados por las autoridades, impulsaron las acciones de la ultraderecha, sin esperar a la investigación judicial.

“Hay similitud en los métodos utilizados”, señala Romain Fargier, experto de la ultraderecha en internet, que destaca la “fuerte movilización en las redes sociales”, inspirada de la “Alt-right estadounidense”.

La cuenta en Telegram “Active Club France”, con casi 6.000 abonados e inspirada de supremacistas blancos estadounidenses, publicó en los últimos días mensajes sobre Irlanda, Crépol e incluso de apoyo a las protestas en España contra una ley de amnistía para independentistas catalanes.

Según un reciente informe parlamentario, el movimiento identitario francés reúne a cerca de 3.300 personas, entre ellas 1.300 que estarían fichadas por las autoridades por la posible peligrosidad de sus acciones.

“Clima muy favorable”

Los expertos consultados por AFP consideran que el movimiento ultraderechista, así como los partidos de extrema derecha en posición de fuerza en los sondeos electorales, han buscado instrumentalizar este dramático suceso, pero no sería el primero.

Los padres de Lola, una niña de 12 años brutalmente asesinada en París en octubre de 2022 por una argelina en situación irregular y con posibles problemas mentales, tuvieron que pedir que se dejara de usar su imagen con fines políticos.

Pero, entre ambos dramas, “los disturbios provocados tras la muerte de Nahel han marcado mucho los espíritus de la derecha y la ultraderecha francesa”, indica Arsenio Cuenca, investigador y doctorando en la École Pratique des Hautes Études (EPHE).

La muerte de este joven de 17 años, por un disparo a quemarropa de la policía durante un control del tránsito cerca de París, el 27 de junio, provocó nueve noches de disturbios urbanos, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo.

Ante los disturbios en suburbios de las grandes ciudades, donde viven muchos franceses con antepasados extranjeros, los partidos de extrema derecha y derecha pidieron al gobierno mano dura contra los alborotadores, muchos de ellos jóvenes.

Hay “un clima muy favorable para este tipo de acciones violentas” de ultraderecha, con ideas completamente “banalizadas” como “el racismo antiblanco”, apunta Cuenca, para quien estos discursos se daban antes en “esferas más marginales”.

Este martes, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, defendió en la radio France Inter la “firme” reacción de las autoridades el fin de semana para evitar un “escenario de pequeña guerra civil” y anunció su intención de disolver tres grupos de ultraderecha.

Seis personas fueron condenadas el lunes a hasta diez meses de prisión por participar en un grupo formado con el fin de “preparar violencias” en Romans-sur-Isère. Otras nueve personas fueron detenidas por pintar esvásticas en París.