El King Club, uno de los clubes del distrito Jongno de Seúl que atiende especialmente a hombres gay, publicó el pasado 7 de mayo que uno de sus clientes había dado positivo en una prueba de COVID-19. Ese caso, sumado al reporte de otro centenar de contagios que estarían relacionados con el lugar, dio pie a un resurgimiento de la persecución de los grupos de derecha contra los homosexuales en Corea del Sur.PUBLICIDAD

Los medios de noticias locales de tendencia conservadora comenzaron a publicar desde entonces nombres de quienes frecuentan los clubes LGBT de la capital. “Los medios de comunicación de Corea del Sur han puesto un énfasis particular en vincular el grupo de Itaewon con la comunidad LGBTQ, perpetuando así un falso estigma de que cualquier prueba COVID-19 positiva del grupo es sinónimo de que el individuo sea homosexual”, advierte Britt Robinson especialista de políticas de género en The Diplomat. Además, algunos hombres gais denunciaron que comenzaron a recibir amenazas a través de las aplicaciones de citas que usaban por “propagar el virus”.

Esta situación llevó a que los miembros de la comunidad LGBT ahora tengan temor de realizarse las pruebas de coronavirus por temor a que su vida personal quede al descubierto. Esto, además de exhibir un retroceso en la búsqueda de la igualdad en Corea del Sur, da lugar a que los esfuerzos del gobierno para controlar el brote se vean frustrados, pues si los miembros de los grupos minoritarios no están dispuestos a hacerse las pruebas porque no tienen las garantías para hacerlo, todo el país termina perdiendo.

“La forma en que el gobierno está llevando a cabo la búsqueda de contactos es una preocupación para todo. Debe haber un mejor equilibrio entre los derechos humanos y la privacidad en relación con la lucha contra la enfermedad”, advirtió por su lado Lee Jong-gul, director del grupo de derechos de los homosexuales Chingusai en un comunicado.

Y aunque el presidente Moon Jae-in ha comunicado que pueden estar seguros de que hay total privacidad en el manejo los datos y ha dispuesto centros especiales para que la comunidad LGBT se presente a las pruebas, no deja de ser una situación complicada para esta minoría que debe elegir entre la salud y la privacidad.

“El problema no era exactamente revelar los nombres de los clubes y bares, sino etiquetarlos explícitamente como ‘gay’, creando una narrativa que pudiera justificar la discriminación contra la comunidad LGBTQ”, señalan Koh Ewe y Junhyup Kwon, colaboradores del portal Vice.

La narrativa de que un gran brote se produjo dentro de un bar gay solo contribuye a marginar más a esta comunidad, que de por sí ya enfrenta altos niveles de discriminación en el país. Aunque desde 2003 la homosexualidad ya no es catalogada como “dañina y obscena” en Corea del Sur, las actitudes hacia esta minoría han cambiado uy lentamente, pues la comunidad religiosa del país, que es extremadamente conservadora y que cuenta con millones de personas en todo el territorio, han impedido la apertura ideológica.

Desde hace mucho tiempo, los grupos de derecha surcoreanos han usado cualquier estrategia para hacer activismo en contra de los homosexuales en el país. En el pasado, estos grupos, como el Consejo Cristiano de Corea, acusaron a la comunidad LGBT de propagar activamente el VIH y poner en “peligro a la nación”.

“El gobierno debe enfatizar que COVID-19 puede controlarse sin infringir los derechos a la privacidad y advertir a quienes usan la pandemia para atacar a personas LGBT en línea y en las redes sociales que tales acciones siembran discordia y solo socavarán la solidaridad necesaria para superar la pandemia”, destaca por su lado Ryan Thoreson, investigador del Programa de Derechos de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transgénero de Human Rights Watch.

Pero usar el coronavirus para atacar una minoría como la comunidad LGBT no ha sido un problema exclusivo de Corea del Sur, sino también de algunos de sus vecinos. En Japón, una encuesta de Marrriage for All Japan publicada en The Japan Times, señala la preocupación de los LGBT porque sus orientaciones sexuales sean expuestas en público al realizarse las pruebas de coronavirus, pues no se sienten cómodos con ello.

“Entendemos que la principal prioridad del gobierno es proteger la vida de las personas, pero queremos que eche un vistazo a las personas LGBT y otras personas que tienen problemas serios con respecto a la privacidad y tome medidas para que sus datos no caigan en la red”, dijo Gon Matsunaka, director de Good Aging Yells, organización a favor de los derechos humanos de las personas LGBT en Japón a The Japan Times.

Mientras que, en Italia, durante las primeras semanas de crisis, grupos homofóbicos difundieron en redes sociales imágenes falsas de fiestas de homosexuales en el país que, según comentaban, habrían sido las responsables del aumento de los contagios. De igual manera, se han realizado denuncias similares en Hungría, Grecia, Georgia y Uganda, según un reporte de Buzzfeed.

La discriminación oportunista y la violencia contra esta comunidad no es una novedad, sin embargo, pues desde hace décadas se culpa desde a las minorías por los desastres. “Los chivos expiatorios han sido el arma principal utilizada por los gobiernos contra las personas LGBTQ durante el siglo pasado al menos. El mecanismo es siempre el mismo: envuelva a esta minoría en el tema más inflamable e incendiario del día y enciéndala: desde la pérdida de cultivos, la hambruna, los terremotos y el VIH hasta el comunismo, el colapso de la familia o la democracia misma”, dice Patrick Strudwick, editor de temas LGBT para BuzFeed en Reino Unido. “Las plataformas de redes sociales son demasiado lentas para detener las imágenes falsas o los discursos de odio, y los periódicos felices de nombrar y avergonzar a las personas LGBTQ, incluso sin que los gobiernos aprovechen la oportunidad, toda la maquinaria de la mafia la violencia está ahí, esperando”, concluye.