Las familias de los 96 hinchas del Liverpool muertos en el estadio de Hillsborough en 1989 recibieron con alegría este martes las conclusiones de una investigación que exculpó a los suyos y responsabilizó del desastre a negligencias de la policía, principalmente.

En resumen, la investigación concluyó que la muerte de los aficionados fue un delito y no un accidente, en el que los hinchas no tuvieron ninguna culpa. En el momento de los hechos, la policía y parte de la prensa culpó a los hinchas de estar borrachos y de haber tratado de acceder al estadio sin entradas.

Este martes, el jurado respondió que «ninguna conducta» de los aficionados contribuyó a su entrada desordenada que acabó con una muchedumbre aplastada contra las rejas que en aquella época separaban las canchas de las tribunas.

En cambio, reconoció que hubo «error u omisión» en las decisiones tomadas por la policía aquel día, notablemente la de eliminar el control de los boletos y abrir la puerta del estadio.

Las conclusiones del jurado no desembocarán en condenas o sanciones pero nada prohíbe la apertura de un eventual proceso penal si las conclusiones revelan que las muertes fueron causadas por negligencias, como es el caso.

El jurado también vio defectos en el vetusto estadio que contribuyeron al desastre, así como en la lenta respuesta del servicio de ambulancias.

Las familias recibieron con lágrimas y emoción el veredicto en una corte de Warrington, en el noroeste de Inglaterra, a 25 kilómetros de Liverpool, cantaron el himno del club, «You’ll Never Walk Alone» («Nunca caminarás solo») y corearon el lema que les ha acompañado durante casi tres décadas: «Justicia para los 96».

«Día histórico porque la investigación de Hillsborough constituye un acto de justicia esperado durante mucho tiempo», reaccionó el primer ministro británico, David Cameron. «Ha sido el mayor error judicial de nuestros tiempos, pero al fin se acabó», dijo el diputado Andy Burnham, que apoyó la demanda de las familias de abrir esta tercera y última investigación.

Nadie fue juzgado ni condenado por el desastre, pero las familias lucharon durante años para que se establecieran los hechos y para limpiar el nombre de sus seres queridos que fueron inicialmente culpados por la policía y parte de la prensa, en un momento en que los hinchas violentos eran un grave problema en Inglaterra.

El error fatal de dejar entrar libremente a los hinchas

Aquella tarde fatídica, los hinchas del Liverpool podían acceder al estadio solamente por una puerta y una serie de circunstancias desafortunadas —unas obras en la carretera que retrasaron la llegada de los espectadores, por ejemplo— hizo que se formara un cuello de botella en aquel acceso.

La policía decidió abrir las puertas y la avalancha de gente llegó hasta la tribuna y acabó aplastando a cientos de personas contra las verjas que la separaban del terreno de juego. A las 15H06, seis minutos después del inicio del encuentro, el arbitro lo suspendió al darse cuenta de que algo no iba bien.

La víctima más joven tenía 10 años, Jon-Paul Gilhooley, primo del, hasta hace poco, legendario capitán del equipo, Steven Gerrard, y entre los muertos hubo mujeres y un buen número de menores. La policía sólo permitió el acceso de una ambulancia a la cancha y hubo que usar los paneles de publicidad como camillas.

En 2012 el veredicto anterior sobre la tragedia señaló que había sido accidental y fue rechazado después de una campaña de las familias de las víctimas reclamando una nueva investigación. En la presente investigación, el jurado escuchó a más de 800 personas durante dos años, hasta retirarse a deliberar el 6 de abril.

Durante las audiencias, el policía al frente de la seguridad de Hillsborough admitió que su decisión de dejar abiertos los accesos a la tribuna fue «causa directa» de la tragedia de 1989. «¿Fue ese fallo la causa directa de la muerte de 96 personas en la tragedia de Hillsborough?», le preguntó un abogado durante las audiencias de una comisión de investigación.

«Sí, señor», admitió David Duckenfield, un policía retirado que el 15 de abril de 1989 comandaba a los policías que vigilaban la semifinal de copa.