Una red secreta de empresas estadounidenses, coordinadas por un conocido contratista de la defensa, desempeñó un papel clave en el puente aéreo encubierto que transportó a sospechosos de terrorismo y sus guardianes estadounidenses, revelan documentos.

Los textos fueron dados a conocer recientemente en una disputa comercial en Nueva York entre dos compañías de aviación.

Los legajos judiciales con más de 1.700 páginas arrojan nueva luz sobre cómo el gobierno estadounidense dependía de contratistas privados para los vuelos entre Washington, capitales extranjeras, la base militar estadounidense en la bahía cubana de Guantánamo y, a veces, pistas de aterrizaje cerca de prisiones secretas de la CIA en el exterior.

Las compañías incluyen a DynCorp, un importante contratista del gobierno que supervisó en secreto una flota de jets de lujo, y proveedores de alimentos para las rutas transoceánicas, según los legajos y testimonios.

La disputa comercial deriva de una puja de cuatro años entre una compañía de vuelos contratados con sede en Nueva York, Richmor Aviation Inc., que suministraba jets ejecutivos y tripulaciones al gobierno, y un corredor privado de aviación, SportsFlight Air, que organizaba vuelos para DynCorp.

Ambas partes citan el programa del gobierno del transporte forzado de detenidos en su testimonio, pruebas y argumentos legales. Las dos disputan 874.000 dólares otorgados a Richmor por un tribunal de apelaciones estatal en Nueva York para cubrir costos no pagados de los vuelos secretos.

Los legajos judiciales -que incluyen contratos, facturas de vuelos, registros de teléfonos móviles y correspondencia- pintan un panorama de enfrentamiento entre el gobierno y los contratistas privados que participaron, algunos muy interesados y otros con vacilaciones. Otros se hicieron de la vista gorda.