“Vamos a ver qué pasa, compadre”. La población no se agolpa en las calles blandiendo banderas, ni se escuchan vítores antiimperialistas frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, frente a la que permanece rotulada en grandes caracteres rojos la consigna “Patria o Muerte”.

Los cubanos siguen su rutina, pero el Gobierno de Raúl Castro ha celebrado este miércoles “la justa decisión” del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de excluir a la isla de la lista de países patrocinadores del terrorismo, en la que “nunca debió ser incluida”, según La Habana, y cuyas consecuencias fueron graves, pues el régimen perdió el acceso a los organismos internacionales de crédito y no puedo operar normalmente en el sistema bancario.

Cuba fue incluida en la lista en el año 1982, después de que la revolución cubana apoyara activamente, y durante años, movimientos guerrilleros de América Latina y África abiertamente enfrentados con Estados Unidos. La Habana defendió sus alianzas con la insurgencia argumentando que se trató de una solidaridad ideológica, de principios, ajena al terrorismo. “Nosotros fuimos a combatir por un ideal y eso lo saben bien los yanquis, que explotaron los recursos naturales de medio planeta”, comentaba días atrás un militante del Partido Comunista de Cuba (PCC), que luchó en Angola contra “los racistas surafricanos”. El veterano rebelde probablemente brinda ahora con ron añejo.

“Nuestro país ha sido víctima de centenares de actos terroristas, que han costado la vida a 3.478 personas y han incapacitado a 2.099 ciudadanos cubanos”, señala una declaración oficial leída en la televisión estatal y suscrita por la directora general para EE UU de la Cancillería cubana, Josefina Vidal, jefa de la delegación cubana en las negociaciones con Washington para normalizar relaciones.

Cuba rechaza y condena “todos los actos de terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, así como cualquier acción que tenga por objeto alentar, apoyar, financiar o encubrir actos terroristas”. La salida de la isla de la lista podría acelerar el proceso hacia la reapertura de Embajadas y restablecer las relaciones diplomáticas de dos países enfrentados durante más de medio siglo.

La decisión se produjo solo tres días después de la histórica reunión que Obama y Raúl Castro, celebraron en Panamá en la Cumbre de las Américas. El Congreso de EE UU cuenta ahora con 45 días para estudiar el dictamen presidencial y presentar un proyecto de ley para tratar de revocarlo, si no está de acuerdo. Más allá de la declaración oficial, el Gobierno de Raúl Castro aguarda las conclusiones del Congreso, controlado por el Partido Republicano y opuesto a levantar el castigo.

No se observan movimientos festivos en las calles de La Habana, pero la mayoría de los 11 millones de cubanos habrá saludado una medida que afianza y acelera el proceso hacia la normalización. “No me fío mucho, porque hemos peleado con Estados Unidos durante mucho tiempo y todavía puede pasar cualquier cosa”, dice un cubano que parece reflexionar mirando al mar, apoyado en el muro del malecón habanero frente a las costas de Florida, a 145 kilómetros.

Algunos octogenarios dicen que a principios de los sesenta, durante los años duros de la Guerra Fría, se veía en el horizonte la flota del imperio acechando.

“Tengo a mi hijo en Texas. Ya me contará él lo que se dice allí”, dice el peatón. En Cuba no se dice mucho, pero su hijo podrá operar ahora con la Sección de Intereses de La Habana en Washington, que no dispone de servicios bancarios normales en Estados Unidos desde hace más de un año porque no se encontró un banco que quisiera hacerse cargo de sus cuentas.

Necesitado de inversiones extranjeras para salir del subdesarrollo, la decisión de Barack Obama supone un respiro para un Gobierno que ha apostado por la liberalización económica y para los inversores extranjeros que no se atrevieron a hacer negocios con la isla por miedo a las represalias norteamericanas.

Los cubanos que en este día nublado se agolpan en las paradas de autobuses y taxis particulares rumbo a sus trabajos y hogares tardarán en darse cuenta de la trascendencia de la retirada de Cuba de la lista, que supone la eliminación de una serie de sanciones, como la prohibición de la venta de armas, de ayuda económica y de transacciones financieras.

La prensa oficial difundió la nota de la cancillería en todos sus partes horarios y la veterana Radio Reloj, más frecuentemente. El locutor lee titulares y da la hora: “Destacan patriotismo de la delegación cubana en Panamá. Radio Reloj. 11.46 minutos. Empresariado español interesado en Cuba. Radio Reloj. 11.47 minutos. China saluda la decisión de excluir a Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo. Radio Reloj. 11.48 minutos”.

Fuente: El Espectador