Al caer de la tarde del 30 de enero de 1948, cuando se disponía a su jornada de oración, fue asesinado el líder de la no violencia, Mahatma Gandhi. El crimen lo cometió un fanático hinduista de extrema derecha que acusaba a Gandhi de auxiliar a Pakistán en la lucha que libraban los dos nacientes países. Desde entonces han transcurrido 70 años, pero las ideas del promotor de la no violencia siguen inspirando a muchas sociedades que tratan de resolver sus diferencias sin métodos violentos.

La historia de la India bajo el yugo inglés se remonta al asentamiento de la Compañía Británica de las Indias Orientales a finales del siglo XVII. Dicha compañía llegó a aguas asiáticas con el permiso real de la corona británica para comerciar en territorio oriental. En 1670, tras ataques de los locales a las empresas inglesas, el rey de Inglaterra, Carlos II, le concedió el derecho a la Compañía de establecer un ejército en territorio indio y asumir la decisión sobre la guerra y la paz.

La necesidad de dinero por parte del gobierno inglés llevó a que se creara una segunda compañía de comercio con India que le tributara a la corona real, pero al presentar problemas con la primera, se tomó la decisión de fusionarlas. Pese a la magnitud de la Compañía, los británicos no tenían completo control en el territorio, y se veían enfrentados a la colonia francesa. Esto llevó a años de enfrentamientos entre la corona británica y Francia, que culminaron con la Guerra de los Siete Años.

Una vez terminada la lucha con los franceses, la Compañía Británica de las Islas Orientales logró establecerse con el monopolio del comercio en India. No obstante, los hindúes produjeron una gran rebelión en 1857, por factores de carácter religioso, político y económico. Tras este episodio, la Compañía de las Indias Orientales perdió el control sobre el territorio, por lo que la corona británica se vio forzada a reorganizar sus tropas para retomar el orden. En este momento, India pasó a ser formalmente una colonia británica bajo el nombre de Raj británico.

India no había sido gobernada directamente por la corona sino por una empresa que respondía a sus intereses. La gran extensión del imperio británico a nivel mundial le hizo difícil su control sobre cada una de sus colonias. Por eso, a partir de 1880 su poder se fue debilitando. En medio de esas dificultades, la idea de un movimiento independentista en India fue creciendo poco a poco. Únicamente hacía falta un dirigente que lo impulsara y ese liderazgo fue el que precisamente empezó a ejercer Gandhi.

Nacido el 2 de octubre de 1869 en Porbandar, actual Guyarat (India), desde muy joven se fue a Londres, donde se formó en Derecho, pero al no encontrar oportunidades en su país, se fue a Sudáfrica a ejercer su profesión. En su estadía en el país africano, que duró cerca de 20 años, entendió las luchas sociales por las que él quería abogar. Luego de su participación en la guerra de Boer en 1899 transportando heridos del campo de batalla a la estación de tren, encontró inspiración en la conducta pasiva de León Tolstoi.

La ‘noviolencia’, desarrollada por Gandhi, realmente no fue inventada por él, pero si fue la persona que recogió ideas de sus predecesores como el novelista ruso León Tolstoi, el filósofo norteamericano Henry David Thoureau, y su compatriota Aurobindo Ghose. Estos pensadores fueron muy importantes para su accionar político, aunque fue Tolstoi el autor con el que tuvo mayor relación pues se comunicaban a través de cartas que terminaron por encarrilarlo hacia la ‘noviolencia’ como arma revolucionaria.

Con conceptos como la desobediencia civil promovida por Thoureau o la resistencia pacífica de Tolstoi, Gandhi comenzó a escribir sobre las condiciones de los indios en Sudáfrica, razón por la cual fue condenado como agitador. Sin embargo, a pesar de ser recluido en prisiones, continuó con su resistencia pasiva, renunció a sus posesiones y regresó a India, no solo para ejercer su profesión y ayudar a los más necesitados sino directamente para desarrollar su objetivo: enfrentar al imperio británico.

Basado en la ‘noviolencia’, emprendió una campaña de no cooperación con las autoridades británicas. Después sumó acciones de protesta como huelgas de hambre, marchas, sentadas callejeras y ocupaciones pacíficas. La respuesta del imperio británico no se hizo esperar. La corona endureció la legislación e implementó la Ley Rowlatt para concretar “medidas de emergencia” encaminadas a contener lo que consideraban actividades subversivas. Por eso Gandhi fue a la cárcel. Pero su movimiento ya no tenía reversa.

El boicot a la corona británica cada vez se hizo más fuerte. Con el liderazgo de Gandhi, la comunidad adoptó medidas más radicales: sacar a los niños de las escuelas públicas financiadas por la corona, o fabricar telas caseras en lugar de comprar productos extranjeros. La idea fue oponerse a las nuevas legislaturas sin violencia. Su mayor acto fue el boicot a la producción de sal en abril de 1930. Después de que se impuso un nuevo impuesto, Gandhi marchó al mar para extraer sal del agua.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Gandhi invocó la no cooperación con el imperio británico. Si bien estaba en contra del nazismo, consideraba que no era justo que se sacrificaran hindúes en una guerra por la democracia que ellos no tenían. Tras el fin de la guerra, con Gandhi a la cabeza, se aceleró el proceso independentista en India. Sin embargo, la violencia entre hindúes y musulmanes no se pudo resolver, llevó a la partición territorial entre India y Pakistán, y Gandhi terminó asesinado el 30 de enero de 1948.

Lo que nunca murieron fueron sus ideas y ese legado sirvió para que otros líderes sociales del mundo como Martin Luther King en Estados Unidos o Nelson Mandela en Suráfrica adoptaran la ‘noviolencia’ como la base de sus luchas. El pastor King la utilizó en su batalla contra la segregación a los negros y la pelea por la ley de derechos civiles. Nelson Mandela la usó para potenciar su movimiento de resistencia no violenta que condujo al fin del apartheid en Sudáfrica.

Paradójicamente en Colombia, azotada por un largo conflicto armado cuyos orígenes deberá establecer la recién creada Comisión de la Verdad, la no violencia tiene múltiples defensores, pero no decididos líderes sociales que hayan defendido la no violencia como una forma de resistencia masiva. En tiempos recientes, el exgobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria Correa, fue uno de ellos. Gaviria propuso a la sociedad que manifestaran sus desacuerdos y trataran de llegar a acuerdos de paz utilizando el diálogo y la no violencia.

Desafortunadamente, el 17 de abril de 2002, mientras dirigía una marcha de no violencia desde Medellín a Caicedo (Antioquia), junto a su consejero de paz, Gilberto Echeverri, fue secuestrado por el frente 34 de las Farc. Ambos estuvieron en cautiverio hasta el 5 de mayo de 2003, cuando fueron asesinados por las Farc en un intento de rescate de la Fuerza Pública. Durante su cautiverio, Gaviria escribió un diario en el que dejó el recuento de sus días en cautiverio y la forma como infructuosamente intentó convencer a sus captores de aplicar la no violencia como forma de lucha.