Frank Sinatra se disculpó por no poder proyectar la voz en pleno. Lo hizo justo después de superar un complicado cuadro gripal que lo mantuvo alejado del canto durante varias semanas. Joaquín Sabina, un registro más ronco, más contemporáneo, y más humano también, contó la anécdota sobre su colega norteamericano y comentó, pisando con cautela esa franja imaginaria que separa la realidad de la ironía, que no veía meritorio el acto de Sinatra de cantar afectado por la gripa, y que más gallarda había sido su actitud al haberse dedicado a la música, al canto en concreto, sin tener voz.
Tenía razón el español. No al demeritar sus cualidades vocales sino en establecer que Sinatra hubiera podido cantar sin un pulmón, con las amígdalas inflamadas, con una pena oprimiéndole el pecho. Él era su voz. La totalidad de su razón estaba concentrada en esa característica personal tan etérea como el alma misma, y aunque su figura le dio para ser conductor de televisión, ser el mejor actor de reparto en la cinta De aquí a la eternidad, en 1953, y dos años más tarde estar nominado al Premio Oscar de la Academia por la película El hombre del brazo de oro, su registro era el verdaderamente inmortal.
Con Frank Sinatra (Francis Albert Sinatra, nacido en Hoboken, el 12 de diciembre de 1915), fiel escudero de la estética de Bing Crosby, el carisma de Fred Astaire, la constancia de Benny Goodman y la magia de Louis Armstrong, los cantantes aprendieron a utilizar la potencia de los micrófonos en su beneficio.
Por supuesto nunca fue un artista dedicado al canto lírico, ni podía figurar en las escalas operáticas más importantes de la escena académica, pero logró que se mirara a la música popular y al jazz vocal como estilos de primera categoría, como formas de manifestación artísticas de calidad. Frank Sinatra innovó al aumentar los decibeles del cantante para que su interpretación no se sometiera ante el volumen de la orquesta.
Frank Sinatra hizo parte del clan de los infieles. Sus matrimonios fueron tan célebres como sus separaciones. Se ha hablado mucho de que tuvo vínculos con la mafia y sus relaciones políticas, tanto con John F. Kennedy como con Ronald Reagan, fueron bastante cuestionadas.
Además, este hombre que se empieza a definir a partir de su voz, fue miembro honorario y hasta presidente vitalicio de la Pandilla de ratas (Rat Pack), un colectivo temible dentro de la industria artística en el que se codeaban sin el menor asomo de prudencia Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Dean Martin, Peter Lawford, Sammy Davis Jr. (uno de sus entrañables amigos durante toda la existencia) y Judy Garland, entre muchas otras figuras.
Con el manejo de sus habilidades para cantar, a veces con la sutileza de una pluma empujada por el viento y en otras oportunidades con la contundencia de quien se quiere apropiar del mundo a pedazos, Frank Sinatra estableció la conexión entre la canción popular estadounidense y las sonoridades del género de las síncopas con la industria naciente del pop y del rock en el continente americano.
Fue la voz predilecta, cómo no serlo, de compositores como  Jimmy Van Heusen, Cole Porter, Sammy Cahn y el versátil pianista y compositor George Gershwin. Sinatra volvió propias las letras de estos autores y los despojó del reconocimiento. Muchas veces no era importante quién se había craneado los versos sino que la voz la aportaba Sinatra, el genio de la interpretación.
Pasó por la nómina titular de orquestas como la de  Harry Arden, grupos nacientes como el de  Harry James y les puso la cara a las presentaciones del colectivo de Tommy Dorsey. Sin embargo, estaba para tareas más importantes que integrar una agrupación y compartir flores y protagonismos.
El destino le tenía reservado  a Frank Sinatra un lugar especial. Él sería durante décadas la estrella, La Voz inconfundible. Cantó en muchos formatos y en los escenarios más importantes del mundo. Aún hoy está sindicado de pertenecer a organizaciones cuestionadas como la política de su país y la mafia. Lo cierto en esta fecha, el centenario de su nacimiento, es que al único grupo al que debe pertenecer es al de los inmortales. Sinatra murió el 14 de mayo de 1998 y con todo y la avalancha de nuevos artistas, el mundo de la música sigue estando a su manera.