Estados Unidos e Israel han redoblado sus esfuerzos para limitar las transferencias de criptomonedas a Hamás desde que el movimiento islamista palestino atacó el territorio israelí el pasado 7 de octubre. Bitcoin, dogecoin y ethereum han sido presentados como fuentes de financiación de los grupos islamistas. Pero si bien este tipo de transacciones seduce por su facilidad y rapidez, representa aún un pequeño porcentaje de los ingresos de estas organizaciones.

Desde los ataques sin precedentes de Hamás en territorio israelí el 7 de octubre, se ha hablado repetidamente del papel de los bitcoins, dogecoins y las plataformas de intercambio de criptomonedas en la financiación de este movimiento islamista radical.

Según el Wall Street Journal, entre agosto de 2021 y junio de 2023, Hamás recibió 41 millones de dólares a través de criptodivisas. En el caso de la Yihad Islámica, estas sumas ascendieron a más de 93 millones de dólares. La investigación del diario estadounidense se basa en documentos del Gobierno israelí y en datos de dos empresas especializadas en monedas digitales, BitOk, con sede en Tel Aviv, y Elliptic, con sede en el Reino Unido.

Llamado a donaciones

No hay pruebas que sugieran que estos fondos financiaron los atentados del 7 de octubre, pero en las semanas siguientes, la policía israelí congeló decenas de monederos de criptodivisas vinculados a estas organizaciones en Binance, la principal plataforma de intercambio de criptodivisas.

El 18 de octubre, Estados Unidos sancionó a BuyCash, una empresa con sede en Gaza acusada de facilitar transferencias de divisas virtuales a estas organizaciones. El jueves 19 de octubre, la administración estadounidense propuso considerar los “mezcladores” de criptomonedas como servicios sospechosos de “blanquear fondos para organizaciones terroristas como Hamás y la Yihad Islámica Palestina”.

Ya en 2019, Hamás invitaba a sus simpatizantes a donar moneda virtual: “Hacemos un llamado a todos los partidarios de la resistencia para que apoyen financieramente a la resistencia a través de la moneda Bitcoin”, escribía Abu Obeida, el portavoz de las Brigadas al-Qassam, el brazo armado de Hamás, en un canal de Telegram.

Sencillez y rapidez

“Las criptomonedas permiten realizar financiaciones desmaterializadas de ordenador a ordenador sin pasar por la red bancaria mundial Swift. Estas organizaciones son muy ingeniosas e innovan constantemente para crear nuevos canales. Lo preocupante de las criptomonedas es que permiten ‘instrumentalizar’ la práctica por su rapidez y favorecen la recogida de pequeños donativos de simpatizantes de todo el mundo”, afirma Jérôme Mathis, profesor de Economía en la Universidad Paris Dauphine.

Y Hamás no es la única organización que se aprovecha de este sistema. El auge del bitcoin, ethereum y dogecoin en el mundo del terrorismo se explica ante todo por “la sencillez de hacer una transacción desde el sofá de casa. También es mucho más rápido que tener que abrir una cuenta bancaria y encontrar intermediarios dispuestos a transferir los fondos”, apunta Tom Keatinge, director del Centro de Investigación sobre Delitos Financieros y Estudios de Seguridad del Royal United Service Institute.

“Es imposible cuantificar cuánto reciben Hamás y los grupos terroristas en general en criptodivisas, pero lo que es seguro es que es un medio de financiación cada vez más popular”, señala Nicholas Ryder, catedrático de Derecho y especialista en redes de financiación del terrorismo de la Universidad de Cardiff.

Las autoridades internacionales también están haciendo “más para contrarrestar los canales tradicionales de financiación del terrorismo, por lo que estos grupos están tratando de compensar con estas nuevas formas de recaudar dinero”, subraya Tom Keatinge.

Medio de financiación secundario

“Es un fenómeno relativamente nuevo a los ojos del gran público, que no lo entiende muy bien, lo que también lo hace interesante desde el punto de vista mediático. Pero, en realidad, aunque es un medio de financiación que los grupos terroristas no deben pasar por alto, aún está lejos de sustituir a los medios más tradicionales de recaudación de fondos”, precisa Tom Keatinge.

“Aunque efectivamente se han enviado fondos a través de criptodivisas a monederos vinculados a organizaciones terroristas, las cantidades son infinitamente modestas en comparación con otras fuentes de financiación”, comenta asimismo Gregory Raymond, cofundador del medio de comunicación The Big Whale. La plataforma Chainalysis, por ejemplo, estima que las transacciones ilícitas representan el 0,2 % de todo el comercio de criptomonedas en el mundo. Una gota en el océano, pues, pero aun así por un valor de 20.000 millones de dólares al año.

Hamás, que fue presentado en 2014 por la revista Forbes como “uno de los grupos terroristas más ricos del mundo”, tiene un presupuesto anual estimado de casi mil millones de dólares. La mayor parte del dinero procede de “donaciones de expatriados palestinos y ricos donantes privados de países del Golfo”, explica el canal de noticias alemán Deutsche Welle.

No tan anónimo

Sin embargo, si el entusiasmo de los movimientos terroristas por estos métodos de financiación 2.0 no es tan fuerte como el ruido mediático podría sugerir, es esencialmente “porque no es tan anónimo como nos gustaría creer”, dice Tom Keatinge.

De hecho, todas las transacciones de bitcoin pasan por la famosa blockchain, que es el equivalente digital de un gran registro accesible a todo el mundo. Es cierto que no aparecen los nombres de quienes transfieren o reciben el dinero, pero es posible rastrear cada movimiento de fondos, y empresas como Chainalysis y Elliptic se han convertido en maestras en el arte de rastrear el origen de los fondos.

Por supuesto, hay formas de hacer que estas transacciones sean más anónimas, pero a costa de la facilidad y la rapidez… Y al final, sigue siendo más fácil y anónimo entregar maletas de dinero en efectivo.