El movimiento indígena que en el 2006 catapultó al aymara Evo Morales a la presidencia de Bolivia está profundamente dividido por una marcha de nativos amazónicos contra una carretera que amenaza su hábitat natural y el ecosistema, convertida de pronto en la ‘manzana de la discordia’.

Ungido como padre espiritual de los indígenas antes de asumir el mando en el 2006, Morales se ha mostrado indolente ante la caminata de centenares de indígenas que quieren llegar a La Paz, en un trayecto de 603 km, para forzarle a abortar un proyecto de carretera que amenaza su territorio, rico en fauna y flora, pero también en hidrocarburos.

Esta circunstancia ha polarizado al país y desencadenado las diferencias que desde hace tiempo arrastran los indígenas, divididos por cuestiones políticas, ideológicas, programáticas y hasta filosóficas.

Para negar que Evo encarna la unidad indígena, el líder aymara Felipe Quispe, el ‘Mallku“, que puso en jaque a varios gobiernos liberales y en 1990 fue encarcelado por dirigir el Ejército Revolucionario Túpaj Katari (EGTK), dijo en el 2006: ”es un cambio de piel nomás (en el poder)“. ”No cambió el sistema, sólo sacamos un mestizo para poner un rostro indígena“.

Creer que la asunción de Evo constituía un momento de unidad absoluta de los indígenas bolivianos es como afirmar que ”todos los negros en Estados Unidos están aunados en torno a Barack Obama, sólo por su color, prescindiendo de ideologías u otros intereses“, razonó hace poco el analista independiente Sergio Asturizaga.

Con los acontecimientos en los últimos años —un frustrado ajuste de precios de la gasolina, protestas por el desempleo, la escasez de alimentos y la represión a sectores sociales—, Evo ”ya no puede decir que es un gobierno de izquierda, marxista, es nomás un gobierno neoliberal“, razonó Quispe.

El actual conflicto por la carretera es también contra un proyecto que pretende ”consolidar el proceso de acumulación de tierras de una fracción de los campesinos ricos (los cocaleros de la región de Evo) a costa de las tierras de los yuracarés, moxeños y chimanes que, en su gran mayoría, son campesinos pobres“, explicó de su lado Enrique Ormachea, investigador del privado Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).

Los bolivianos temen que con la apertura de la nueva ruta, el TIPNIS sea tomado por cocaleros, cuya influencia con la asunción de Evo -cocalero él mismo- ha crecido notoriamente.