Compungido, el viejo Pedro González tuvo que dejar su casa ante la amenaza de un mar embravecido. El huracán Matthew, que impactará en próximas horas el oriente de Cuba, obligó a la evacuación preventiva de cientos de miles de personas de esa región de la isla.

Este cocinero retirado de 72 años, que vive en Cayo Granma, un islote de pescadores ubicado en la Bahía de Santiago de Cuba, debió dejar la casa junto con su hermana Ana y su madre Marina Varona, de 100 años y en silla de ruedas.

La evacuación se convirtió en una cuestión de vida o muerte en seis provincias del oriente de la isla, donde fue activada la «alarma ciclónica».

«Se siente una cosa aquí… uno no quisiera dejar su casa, sus cosas, pero el mar va a subir y eso es muy peligroso», declaró González a la AFP, tocándose el pecho.

Atendiendo el llamado de las autoridades, González salió de su casa y tomó un bus rumbo a un improvisado albergue en una escuela de Santiago, ciudad situada a 900 km al este de La Habana.

Con vientos máximos sostenidos de 230 km/h, Matthew, un huracán de categoría cuatro en la escala de cinco niveles Saffir-Simpson, avanzaba el lunes por el Caribe a 9 km/h.

Se espera que este lunes pase entre Haití y Jamaica, causando fuertes precipitaciones, tras lo cual se dirigirá al oriente de Cuba.

– A contrarreloj –

Ante esa amenaza, la Defensa Civil de Santiago ordenó la evacuación de 251.795 personas, que viven en zonas costeras o vulnerables de la provincia, la segunda más poblada de la isla, según los medios estatales.

De ese total, 95.741 recibieron refugio en casas de familiares o amigos, una práctica habitual en la isla en casos de huracanes, y el resto en 218 centros habilitados como albergues.

«Yo en ese cayo no me quedo ni loca», dijo Ana, quien todavía recuerda con pavor la «terrible noche» que pasó en su casa hace cuatro años cuando otro huracán, el Sandy, devastó Santiago de Cuba.

Sandy cruzó la ciudad de sur a norte en cinco horas, como un huracán categoría dos –Matthew es un ciclón de mayor intensidad- y dejó 11 muertos y millonarias pérdidas económicas.

De la pequeña barcaza que los traslada al muelle para tomar los buses, los evacuados descienden cargados de bienes personales y algunos incuso con lágrimas en los ojos, como Odalys López, una ama de casa de 52 años, porque «tres» miembros de su familia rehusaron salir.

El temor de perder sus pertenencias lleva a que muchos desoigan el llamado de los socorristas. «Es un riesgo quedarte y otro marcharte», dijo el albañil Iván Ferrer a la AFP.

El presidente Raúl Castro se trasladó el sábado a Santiago para coordinar junto con algunos de sus ministros el plan de emergencia para enfrentar a Matthew, que ya obligó a cancelar velos nacionales e internacionales, así como los viajes por tierra al oriente de la isla.

«Este es un huracán ante el cual es necesario prepararse, como si fuera el doble de poderoso que Sandy», dijo Castro, según medios locales.

Bajo un ardiente sol tropical, los habitantes de Santiago y los de las provincias cubanas de Camagüey, Granma, Guantánamo, Holguín, y las Tunas, también bajo la amenaza del megaciclón, libraron durante los últimos tres días una carrera de preparación contrarreloj.

Esas maratónicas jornadas incluyeron, entre otras actividades, la poda de árboles, limpieza de desagües y alcantarillas, la recolección de cosechas que estaban a término, la evacuación de ganado y  la protección de edificaciones.

La tarde del domingo podían verse largas filas en supermercados de Santiago, donde las personas corrían para abastecerse de agua, alimentos no perecederos, velas, baterías y todo lo que pudiese ayudar a enfrentar a Matthew.

«El gobierno ha garantizado muchas ofertas. Hay pan, galleta, refresco, latas de sardina, salchichas, y todos los mercados están surtidos», dijo a la AFP el profesor jubilado Antonio Muñiz, que salió de una panadería con tres bolsas de pan.