El partido oficialista Rusia Unida obtuvo una mayoría aplastante en la Duma tras las elecciones legislativas del domingo, resultado saludado por el presidente Vladimir Putin, que puede plantearse con toda tranquilidad la candidatura a un cuarto mandato en 2018.

No obstante, la participación muy baja, del 47,8% según la Comisión Electoral, contra un 60% en las legislativas de diciembre de 2011, refleja el desinterés de los rusos por estos comicios, que consideraban resueltos de antemano.

El partido de Putin consiguió la mayoría absoluta con un 54,3% de votos, con cerca del 90% de los votos escrutados, según la Comisión Electoral.

Pero la modalidad del escrutinio -mitad proporcional y mitad mayoritario- acentuó el dominio de los candidatos de la formación oficialista. De modo que según las proyecciones realizados con un escrutinio parcial, Rusia Unida podría obtener de 338 a 450 escaños en la Duma, cámara baja del Parlamento, contra los 238 que tenía hasta ahora.

Con más de dos tercios de diputados, el Kremlin ejercería un control sin precedentes en la Duma y podría imponer revisiones constitucionales con mayor facilidad.

En segunda y tercera posición, con una estrecha diferencia, figuran el Partido Liberal Demócrata (LDPR, ultraderecha) con 13,3% de los votos y el Partido Comunista con 13,5%. El partido nacionalista del populista Vladimir Jirinovski gana casi tres puntos respecto a 2011 y los comunistas pierden más de cinco. Ambos partidos suelen votar como Rusia Unida.

El partido pro-Kremlin Rusia Justa logra 6,2% de los votos y tendrá representación en la Duma.

Los opositores liberales de Parnas en cambio no pasaban de un más que simbólico 0,66% tras una campaña en la que fueron ignorados por las televisiones estatales. Por su parte, el partido opositor socialdemócrata Iabloko esperó toda la noche en vano obtener un único escaño en la Duma.

«Podemos decir claramente que nuestro partido ganó», declaró a la televisión el primer ministro Dimitri Medvedev, cabeza de lista de Rusia Unida, que en 2011 sumó un 49%.

A su lado, Putin celebró el «buen resultado», pese a que señaló que la participación «no fue la más elevada, pero sí fue importante».

Para el jefe del Estado, estos comicios revestían cierta importancia al ser la última consulta nacional antes de las presidenciales de 2018, en las que se da por descontado que se presentará para un cuarto mandato.

En las dos principales ciudades del país, Moscú y San Petersburgo, la participación fue aún más baja que en resto del país

«En varias regiones, la participación no fue muy elevada ya que los ciudadanos no fueron informados sobre dónde estaba su centro de votación«, explicó la delegada del Kremlin para los temas de Derechos Humanos, Tatiana Moskalkova.

Pero contrariamente a las legislativas de septiembre de 2011, denunciadas como fraudulentas por los cientos de miles de manifestantes que salieron a las calles a protestar, en esta ocasión el Kremlin quiso dar más transparencia al proceso electoral.

Estos comicios llegan en un momento de profunda crisis económica en Rusia, provocada por la caída de los precios del petróleo y por las sanciones occidentales consecutivas al conflicto en Ucrania. Se trata del periodo de recesión más largo desde la llegada de Putin al poder en 1999.

El contexto político también es excepcional, ya que son las primeras elecciones a escala nacional desde la anexión de la península de Crimea, en 2014, y del inicio del conflicto en el este separatista de Ucrania.

En esa región, los habitantes participan por primera vez en unas elecciones rusas.

«Yo he ido a votar y todos mis familiares y vecinos también. Estamos con Rusia», declaró Valentina, una jubilada de la península, mientras que los representantes de la comunidad tártara de Crimea, minoría musulmana opuesta a la anexión, llamaron al boicot de los comicios.

Además de las legislativas (con más de 6.500 candidatos de 14 partidos que luchan por 450 escaños de la Duma Estatal), los electores también estaban llamados a votar algunos parlamentos y gobernadores regionales, como en el caso del presidente de Chechenia, Ramzan Kadyrov, que por primera vez se enfrenta a las urnas desde que el Kremlin lo nombró en 2007.