Dicen que el verdadero poder detrás del trono cuando Álvaro Colom era presidente de Guatemala (2008-2012) lo ostentaba su esposa: Sandra Torres, una mujer que se propuso (como fuera) convertirse en Presidenta del país centroamericano. Lo intentó tres veces, pero solo hasta ahora las cosas están a su favor.

De acuerdo con los últimos recuentos electorales, divulgados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), con 94% de las 21.099 mesas escrutadas, Torres es la ganadora de la primera vuelta presidencial, realizada este domingo, con el 25,27% de los sufragios, seguida por Alejandro Giammattei, con 14,08%. Se requería más del 50% de los votos para ganar en el primer turno.

«La diferencia es muy alta, casi un 10%, ella (Sandra) tiene asegurado el primer lugar, y Giammattei el segundo porque lleva casi tres puntos de diferencia sobre Mulet. Va a ser difícil un cambio de posición», anticipó a la AFP el analista independiente Luis Linares.

El candidato a vicepresidente de la exprimera dama es el excanciller Carlos Raúl Morales, un diplomático de carrera que fue destituido del Gobierno de Jimmy Morales por negarse a expulsar al jefe de la Comisiòn Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el abogado colombiano Iván Velásquez.

Torres, que usa el lema «Guatemala nos Une», ha prometido un cambio histórico y social sin polarizaciones ni divisiones, y recuperar parte de los programas sociales que ella dirigía cuando su exesposo era presidente, una actitud que le eleva la popularidad en muchos departamentos del interior, sobre todo en las zonas más pobres del país.

Pero son justo esos programas sociales de los que hoy hace alarde, los que la hicieron un personaje polémico. Cuando su marido era el Presidente, Sandra Torres fue nombrada directora del Consejo de Cohesión Social, un cargo que le permitió manejar mucho dinero para programas sociales. Su administración, calificada como sospechosa, la hicieron blanco de varias acusaciones de corrupción.

Informes de prensa señalaban entonces que “manejaba de acuerdo a su conveniencia las asignaciones presupuestales de varios ministerios y dependencias sociales”. El monto que manejaba era cercano a los US$262 millones. Hoy muchos analistas señalan que sus electores son los beneficiarios de los subsidios que ella entregó.

También la acusaron de tomar las decisiones importantes en el gobierno de Colom, a lo que ella respondió: “Yo jamás dije que la Primera Dama iba a trapear la Casa Presidencial”. Entonces, encuestas señalaban que el 50% de los guatemaltecos creían que ella era quien mandaba en el país.

Amor por el poder

En 2009, algunos cables de WikiLeaks ya hablaban de la obsesión de Torres con ser presidenta (y de su carácter). “A pesar de que ella no ha expresado públicamente sus intenciones, está claro que la primera dama, Sandra Torres de Colom, intenta correr para la Presidencia de Guatemala en 2011. Torres, quien se ubica al a izquierda de su esposo, es una figura controversial”, decía de ella un reporte de la embajada de Estados Unidos en Ciudad de Guatemala.

El informe del embajador Stephen McFarland agregaba: “Con la economía golpeada por la crisis global y la seguridad en continuo deterioro, el presidente Colom señala los programas sociales de su esposa como el principal logro de su administración. Creemos que la primera dama es por mucho, el mejor gerente del gobierno (aunque poco transparente); es inteligente, trabajadora y exige resultados”.

Colom la dejaba actuar a sus anchas, con un amor tan incondicional, que accedió a separarse de ella con tal de que ella pudiera ser Presidenta. El artículo 186 de la constitución de Guatemala deja claro que los familiares hasta cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, no pueden ser elegidos. Antes de realizar el divorcio, el Presidente calificó la estrategia de separarse de su mujer como “inmoral”. Pero en el amor como en la política, las palabras se las lleva el viento y meses después anunciaba que el divorcio de Torres era un hecho. Torres y Colombia habían estado juntos 14 años, 6 de novios y 8 de matrimonio.

Saltado el principal escollo, Torres se lanzó a la conquista de la Presidencia. Pero el Tribunal Supremo le aguó la fiesta y calificó el divorcio como un fraude. El divorcio fingido no fue suficiente para saltarse la ley. “El fraude de ley, por el divorcio que se llevó a cabo, en el presente caso está plenamente consumado, ya que su intención fue evadir la prohibición constitucional relacionada, con el agravante de que la ley que se trata de burlar es la propia Constitución”, decía el fallo del Tribunal.

Una batalla perdida, pero Torres respondió: “No soy la primera ni la última mujer que se divorcia en este país, pero sí  la primera que se divorcia por Guatemala”. Y ahora se podría convertir también en la primera mujer en llegar a la Presidencia.