El expresidente francés Nicolas Sarkozy acudió este miércoles a la apertura del juicio en apelación en su contra por la financiación de la campaña de 2012, por el que ya fue condenado en primera instancia a un año de cárcel, lo que se interpreta como una intención de implicarse en su defensa.

A diferencia de 2021, cuando no acudió a la apertura del juicio en primera instancia y solo se dejó ver cuando le tocó testificar, Sarkozy tiene previsto estar más presente en este nuevo proceso ante el Tribunal de Apelación de París, que se abre medio año después de su última condena.

La Fiscalía le reprochó entonces la falta de implicación en su defensa y lo utilizó como argumento para reclamar la pena máxima contemplada por el delito por el que estaba encausado, que fue a la que finalmente fue condenado, un año de cárcel y otros dos exentos de cumplimiento (los tendría que purgar en caso de reincidencia).

El recurso dejó en suspenso el cumplimiento de esa pena, que el tribunal propuso que se hiciera con un brazalete electrónico.

El Tribunal de Apelación de París estudiará durante las próximas cinco semanas el caso. Según la sentencia en primera instancia, Sarkozy sabía que su candidatura sobrepasaba con creces el límite de gastos permitido por la ley, casi el doble de los 22,5 millones autorizados, gracias a un entramado de facturas falsas.

En busca de su reelección, y superado en los sondeos por el socialista François Hollande, Sarkozy se lanzó a un ritmo desenfrenado de mítines con una estética muy anglosajona, muy caros, lo que disparó la factura.

A través de la empresa especializada en la elaboración de eventos Bygmalion, muchos de esos gastos fueron maquillados, lo que motivó la condena de doce personas, entre ejecutivos de esa sociedad y miembros de la campaña.

Sarkozy fue considerado el beneficiario de la trama y, aunque negó en todo momento estar al tanto de la misma, la sentencia dio por sentado que hizo caso omiso a las advertencias de los comisarios de cuentas de que su campaña estaba siendo demasiado costosa.

El expresidente puede volver a repetir la misma línea de defensa, en la que consideraba que la trama de facturas falsas no estaba destinada a su campaña, sino al enriquecimiento personal de miembros de Bygmalion.

Además, como entonces pondrá de manifiesto que ya pagó una fuerte multa por haber superado el listón previsto por la ley, por lo que no puede ser condenado dos veces por el mismo delito.

Las cuentas de campaña de las presidenciales de 2012 valieron a Sarkozy su segunda condena, pocos meses después de haber sido sentenciado a un año de cárcel por un caso de tráfico de influencias, pena que fue confirmada en mayo pasado en apelación y que ahora está pendiente del Supremo.

En 2025 será el turno de las cuentas de la campaña que le llevó al Elíseo en 2007, en la que los jueces instructores sospechan que recibió dinero del régimen del líder libio Muamar Gadafi.

Además, está procesado desde el mes pasado por el intento de hacer desaparecer el testimonio de un tratante de armas, Ziad Tikieddine, clave en su inculpación por la financiación libia de su campaña de 2007.

La Fiscalía Nacional Financiera tiene abierta otra investigación desde el verano de 2020 sobre posible tráfico de influencias en favor de oligarcas rusos.

Desde 2019 se investiga igualmente su presunta intervención en 2010 para que el entonces presidente de la UEFA, Michel Platini, influyera a favor de la atribución a Catar del Mundial de 2022.