Esta semana, el turno es para los demócratas. Luego del espectáculo republicano, lleno de garroteras internas, insultos y negativismo, el Partido Demócrata tiene la oportunidad dorada de ofrecer el contraste de unidad, seriedad y optimismo. Por primera vez en la historia de los Estados Unidos van a postular a una mujer a la Presidencia: Hillary Clinton. Sin embargo, en un año en que lo inédito se volvió lo normal y prima el mal gusto, se corre el riesgo de que la convención demócrata sea excesivamente pulida y demasiado políticamente correcta.

Sin duda, la convención republicana fue todo menos convencional. El discurso que Melania Trump le plagió a Michelle Obama, la chiflada a Ted Cruz por pedir que se vote a conciencia y la hiperpresencia teatral de Trump, con su discurso apocalíptico de “ley y orden”, ofrecieron suficiente picante para romper los récords de sintonía y acaparar los medios de comunicación.

Ahora, los demócratas quieren ser el centro de atención. Pero por mucho que les disguste, la convención republicana es un referente ineludible. El nombre más mencionado no fue el de Trump sino el de Hillary, quedando claro que quien une a los republicanos no es él sino ella.

Ante tantas tensiones internas, la fórmula mágica para obtener los aplausos de todos los presentes fue atacándola: que estaba inspirada por Lucifer, que es la responsable de los atentados terroristas y la existencia del Estado Islámico, y, sobre todo, que es títere del establecimiento y corrupta. Un delegado incluso llegó a pedir que fuera fusilada. El público enardecido interrumpía a los oradores que la mencionaban, gritando: “¡Encarcélenla!”. Fue tal el nivel de ira de los asistentes que el propio Trump tuvo que pararlos, diciendo que era mejor derrotarla.

La convención que empieza mañana en Filadelfia les ofrece a Hillary y a los demócratas la ocasión de proyectarse como un partido unido, multicultural y defensor de causas progresistas. Luego de casi ocho años del primer presidente afrodescendiente, Hillary invita a que “continuemos haciendo historia” y, sin duda, el hecho de que por primera vez llegue una mujer a la Presidencia genera gran exaltación entre los y las demócratas.

A diferencia del one-man show en que se convirtió el partido de Trump, los demócratas se presentan como un equipo que ha producido avances importantes, que se deben continuar y profundizar. El presidente Barack Obama, pese a la polarización que vive el país, hoy goza de los más altos niveles de favorabilidad de todo su mandato, bastante buenos aún en términos históricos. La última medición de Gallup lo pone a 49 %, comparado con 32 % de Bush hijo, 53 % de Reagan y 58 % de Bill Clinton, a estas alturas de sus respectivos gobiernos.

Por otra parte, si bien las elecciones primarias fueron mucho más duras de lo previsto y se dijeron cosas fuertes, el reencuentro entre Hillary y Bernie Sanders ha sido más armónico que el despelote republicano. Aunque algunos criticaron a Sanders por haberse demorado tanto en anunciar su adhesión, lo cierto es que logró que Hillary asumiera posiciones más progresistas, tomando como propias varias de sus propuestas en asuntos de salud y educación. Sin embargo, aún quedan heridas por sanar y las críticas que Sanders le hizo a Hillary ahora están siendo utilizadas por Trump. Por lo tanto, todavía falta trabajo para garantizar que quienes antes votaron por Sanders ahora lo hagan por Hillary.

La selección del senador Tim Kaine como candidato a la Vicepresidencia ha sido interpretada como una señal de tomar el camino más seguro. El sector de Sanders hubiera preferido a alguien más progresista, como Elizabeth Warren, y alguno de los hispanos que sonaron, como Tom Pérez o Julián Castro, hubiera aportado mayor diversidad. Pero el hecho de que Kaine venga de un estado clave, como Virginia, que tenga experiencia como exgobernador, que hable muy bien español y provenga del sector más moderado le dan garantías a Hillary.

La programación está repleta de oradores de primer orden y de gran contenido simbólico. La primera noche, el propio Sanders será la estrella y se espera que sus palabras como exrival de Hillary contrasten con las de Cruz como exrival de Trump. Michelle Obama seguramente será escuchada con igual o mayor interés, gracias a los elogios no intencionados de Melania Trump. También hablará Astrid Silva, joven inmigrante mexicana indocumentada, cuya presencia manda un mensaje muy poderoso en contra del muro que Trump promete construir en la frontera con México.

La segunda noche hablará Bill Clinton, como popular expresidente y sobre todo como futuro primer caballero. También lo hará un grupo de madres negras que han perdido a sus hijos, asesinados por la policía, mandando otro mensaje muy fuerte en estos tiempos calientes. Además se espera que Kaine haga su estreno como fórmula vicepresidencial.

La tercera noche contará con las palabras de nada más y nada menos que el presidente Obama, cuya elocuencia e inteligencia siempre generan entusiasmo, así como del vicepresidente Joe Biden, tan querido por todos en el partido. En la noche final de la convención, Hillary será presentada por su hija, Chelsea, cerrando con broche de oro lo que los demócratas esperan sea el lanzamiento hacia la victoria en noviembre, bajo el lema de “Más fuertes juntos”.

Pero el asunto no será nada fácil. Nadie duda de la inteligencia, la experiencia y la solidez de Hillary en los diversos temas de política pública. El propio Obama ha dicho que es la persona más capacitada en la historia para ser presidenta de Estados Unidos. Palabras mayores.

Sin embargo, el haber estado hace tanto tiempo en el ojo de la opinión pública la convierte en la encarnación del establecimiento contra el cual Trump ha basado su campaña.

Por ello, el escándalo acerca de sus emails ha sido tan grave. Si bien el informe del FBI la exoneró de haber cometido un delito, sí la señala como descuidada y poco trasparente en sus declaraciones al respecto. Aunque hace rato que Hillary admitió haber cometido un error y que hay mucho trecho entre una imprudencia y un crimen, eso contribuye a la imagen de alguien que oculta verdades, dándoles credibilidad a las acusaciones de Trump, que con frecuencia se refiere a ella como Crooked Hillary, “Hillary la torcida”. De hecho, desde la publicación del informe del FBI, Hillary ha venido descendiendo en las encuestas, muchas de las cuales ya están mostrando un empate con Trump, desdibujando la importante ventaja que tuvo durante varios meses.

Otro factor en contra de Hillary es la volátil situación actual, que con cada noticia de algún atentado, como el más reciente en Alemania, fortalece la sensación de inseguridad, de un mundo convulsionado y en caos, que requiere la mano dura de un mesías como Trump.

Hillary tiene niveles muy altos de desfavorabiliad, sólo superados por los de Trump. Como van las cosas, en noviembre, muchas personas seguramente votarán, no por el que más les gusta sino en contra del que más les disgusta.

* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia.