La Justicia australiana anuló este jueves la condena contra Kathleen Folbigg, llamada “la peor asesina en serie” de Australia. En el 2003, fue condenada a dos décadas de prisión por el asesinato de sus cuatro bebés entre 1989 y 1999, que ella siempre mantuvo que habían ocurrido por causas naturales. Folbigg había salido de la cárcel en junio, después de haber sido indultada.

En el 2019, una petición que pedía evaluar el caso de Folbigg determinó que esta sí era culpable. Sin embargo, en el 2022, una segunda petición presentada por el juez Thomas Bathurst, quien ya se retiró, presentó nueva evidencia, que mostraba la posibilidad de que dos de los niños tuvieran una mutación genética (CALM2) que habría causado sus muertes por ataques cardiacos.

La investigación, apoyada por la inmunóloga española Carola García de Vinuesa y el biotecnólogo danés Michael Toft Overgaard, también indicó que las entradas del diario de Folbigg, presentadas como pruebas incriminatorias, “no eran admisiones fiables de culpabilidad”. Sus argumentos fueron apoyados por dos premios Nobel, así como por estadistas que denunciaban que todas las pruebas eran circunstanciales, pues el veredicto no estaba basado en evidencia médica.

El Tribunal de Apelación Penal del estado de Nueva Gales de Sur determinó este jueves en un fallo que existía “duda razonable” para justificar la anulación de las condenas contra la mujer. El pasado junio, Margaret Beazley, la gobernadora del estado, firmó su indulto después de conocer las conclusiones sobre el caso.

“Agradezco que la ciencia y la genética actualizadas me hayan dado respuestas sobre cómo murieron mis hijos. Sin embargo, en 1999 teníamos respuestas legales para demostrar mi inocencia. Fueron ignoradas y desestimadas. El sistema prefirió culparme a mí antes que aceptar que, a veces, los niños pueden morir y mueren de forma repentina, inesperada y desgarradora”, dijo la mujer a la prensa en la corte de apelaciones.

Condenada en el 2003, Folbigg se convirtió en “la mujer más odiada de Australia”. Con la reciente decisión, su abogado, Rhanee Rego, comentó que su equipo legal planea pedir una indemnización “sustanciosa” por su condena. Según este, será “más grande que cualquier pago sustancioso que se haya hecho antes”.

La mujer ha dicho que desde que recibió la condena ha “sufrido abuso en todas sus formas”. Añadió que los jueces que la sentenciaron habían tomado frases y palabras en sus diarios y los habían analizado bajo el contexto que les funcionaba, sin tener en cuenta que eran “sentimientos privados” que ella había escrito para sí misma.

“Nadie espera que ese tipo de cosas sean leídas por desconocidos, y mucho menos que se opine sobre ellas. Sacaron mis palabras de contexto y las volvieron contra mí. Me acusaron de algo sobre lo que nunca escribí, nunca hice y nunca podría hacer”, aseveró.

El caso ha sido criticado por atenerse a la controversial Ley Meadow, que determina que cuando ocurren más de tres muertes de niños en una familia, estos son calificados inmediatamente como asesinatos hasta que se pruebe lo contrario. Con el reciente fallo, varios expertos en derecho han pedido que se revise la ley australiana, pues casos como estos son la prueba de injusticias que continúan ocurriendo.