Italia tiene un gobierno que desde hace meses vive una profunda crisis política de la cual no ha podido salir, ni siquiera en épocas de pandemia. Varias elecciones, coaliciones de gobierno y figuras polémicas han pasado por altas esferas de la política sin poder mantenerse mucho tiempo. El último en el ojo del huracán fue el ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, quien fue sometido a dos mociones de censura por haber excarcelado a cerca de 8.000 presos para evitar contagios en los centros penitenciarios del país. 

Las primera moción de censura, presentada en el Senado por la oposición de derechas, acabó con 160 votos en contra, 131 a favor y una abstención. La segunda, impulsada por el partido «+Europa» de la ex comisaria europea y exministra Emma Bonino, terminó con 158 votos contrarios, 124 a favor y 19 abstenciones. 

Bonafede fue sometido a estos procesos después de que unos 8.000 presos, entre esos unos 500 mafiosos, hayan acabado en arresto domiciliario por un plan de excarcelaciones dirigido a evitar el coronavirus en las prisiones. Entro otras cosas, esto suponía una nueva prueba para la propia coalición del Gobierno, compuesta por el antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y las fuerzas progresistas Partido Demócrata (PD), Italia Viva (IV) y Libres e Iguales. 

De haber prosperado los recursos habría abierto una crisis de Gobierno ya que Bonafede es uno de los exponentes más importantes del Cinco Estrellas, tal y como habían reconocido algunos miembros de esa formación, como el propio presidente de la Cámara de los Diputados, Roberto Fico. 

Matteo Renzi, miembro minoritario de la coalición gubernamental, había sembrado dudas sobre la intención de voto de su nuevo partido, con 17 senadores, incluso hasta esta misma mañana, cuando en sus redes avanzó que su discurso en el Senado era «uno de los más difíciles» de su carrera política.  Sin embargo finalmente votó en contra y permitió la continuidad de Bonafede, aunque sin escatimar en críticas. 

El ministro por su parte defendió su gestión y aseguró que la excarcelación de estos presos, que acabaron en prisión domiciliar por estar supuestamente en riesgo ante el coronavirus por otras enfermedades, era fruto de leyes aprobadas en el pasado.  «Es totalmente falsa la imagen de un Gobierno que abre la puerta de las cárceles incluso para los detenidos más peligrosos», aseguró Bonafede en la Cámara Alta. 

Y defendió que un reciente decreto suyo ha permitido la revisión de esta política y la vuelta a prisión de numerosos criminales y mafiosos, gracias también a la mejora de la pandemia. 

Entre estos se encuentra un antiguo mafioso siciliano, Franco Cataldo, de 85 años, en cadena perpetua por participar en el secuestro de Giuseppe Di Matteo, el hijo de 12 años de un arrepentido, que luego fue asesinado y disuelto en ácido. 

La presión hacia el ministro creció después de que el fiscal Nino Di Matteo, uno de los más conocidos del país y que indaga los vínculos entre mafia y política, acusara al ministro de negarle un cargo condicionado por las presiones de algunos capos mafiosos. En los últimos días, el primer ministro, Giuseppe Conte, se esforzó por mantener compacta su coalición de Gobierno y mantuvo un encuentro con la mano derecha de Renzi, Maria Elena Boschi, para asegurar su apoyo al ministro de Justicia, informan los medios.