¿Cómo ha sido el comienzo de 2024 ya con más de 100 desapariciones?

Es lamentable, porque los problemas no se solucionan por sí solos. Mientras no haya un mecanismo dedicado en búsqueda de rescate con el claro mandato de salvar vidas, esto va a seguir pasando, no va a desaparecer por arte de magia. El clima en estos meses es muy malo, entonces es normal. Es probable que si las personas salen, se encuentren de un momento a otro con mal tiempo y que sucedan accidentes. Entonces, sin tener un sistema donde las alertas pongan un equipo preparado para hacerlo, esto va a seguir sucediendo.

¿Cómo funciona el proceso de rastreo de las embarcaciones?

Existe en cada Estado costero un centro de coordinación marítima que recibe alertas y monitorea la situación. Según como sea, determina cuáles son los barcos mejor posicionados para responder. Hasta 2017, en esta franja de mar del canal de Sicilia, que va desde Libia hasta Italia, lo hacía la Guardia Costera italiana. En ese año también se creó la Guardia Costera libia, asumiendo una responsabilidad que no está en grado de cumplir.

Toda el área de responsabilidad de la autoridad libia queda descubierta, entonces, en un sistema normal, como decía antes, te llamarían las autoridades competentes, pero no sucede en este caso. Tenemos básicamente tres fuentes de información que nos dan alertas: una son vuelos de organizaciones como la nuestra, la sociedad civil, con pequeños vuelos que crean en el mar e identifican este tipo de embarcaciones. Alertan a las autoridades competentes y al mismo tiempo a todas las embarcaciones que estamos cerca de la zona con capacidad de responder.

Otra fuente son las personas que parten de Túnez, a quienes se les da un teléfono y ellos llaman a una red de activistas que reciben estas llamadas, las posiciones, y son ellos quienes informan a las autoridades y a los barcos de la sociedad civil que pueden responder. La tercera fuente es simplemente un rastrillaje que hacemos nosotros en el mar, un sistema de búsqueda. Los encontramos viéndolos directamente desde nuestro puente y comando. Es como encontrar una aguja en un pajar, pero sucede bastante seguido y lo hacemos. Así es como encontramos embarcaciones en el mar que están fuera de toda norma del sistema legal y en un sentido común, y obviamente, una negligencia de las autoridades competentes.

¿Podría describir los tipos de barcos que encuentran?

A partir de 2014, cuando la migración comenzó de manera masiva, empezaron siendo muchos barcos de leños. Eran naves pesqueras que se usaban para estos fines. Después fue cambiando, evolucionando hacia barcos preparados solo para esto, que eran botes de nueve metros con estructuras de madera muy frágiles. La gente no está preparada para hacer este tipo de travesías.

Todavía seguimos encontrándolos y en estos últimos años, barcos más pequeños de unos tres o cuatro metros, que pueden llevar hasta 25 o 30 personas, ya sea de madera, fibra de vidrio o hierro. Son muy inestables, que cualquier ola los puede hacer darse vuelta y terminar en un accidente fatal. Son embarcaciones que están hechas para pescar cerca de la costa y no para atravesar un mar con olas de más de tres metros. Entonces, el riesgo de incidentes para la vida es muy alto.

Ustedes operan en la ruta más complicada, el Mediterráneo Central, ¿hay formas de cubrir las demás?

Solíamos operar también en Grecia, donde de Turquía a Grecia la distancia es mucho menor que en las islas griegas. Estamos hablando de 10 kilómetros de distancia y, bueno, el gobierno griego ha restringido todo acceso de las organizaciones de la sociedad civil y también una actividad muy, muy, muy activa de la Guardia Costera turca. A partir de 2017 esa ruta prácticamente no está cubierta por las ONG. Otra de las rutas más mortíferas, así como la del Mediterráneo, es la del océano Atlántico, que va desde África, del Sahara Occidental, Marruecos y Senegal, a las Islas Canarias.

Presenta complejidades muy, muy grandes para operar, porque estamos hablando de océano abierto, de pateras, que son barcos pesqueros muy angostos, canoas de menos de dos metros de ancho por seis u ocho de largo, muy inestables, no preparadas para el mar abierto. Y lamentablemente allí se registran un gran número de muertes que están muy subregistradas, porque no hay nadie que trabaje en ese sector. También las personas no cuentan con teléfonos satelitales para informar desde su posición. Encontrarlas es muy difícil, también saber de cuántos lugares parten.

Una vez ustedes rescatan los barcos en alta mar, ¿qué pasa con los migrantes? ¿En qué consiste la asistencia que brindan?

Tenemos a bordo un equipo médico compuesto por una enfermera obstétrica y una psicóloga, y les damos una atención médica inmediata, como si fuera una sala de primeros auxilios y les tratamos enseguida cuando llegan. Vemos la consecuencia directa del mar: deshidratación, quemaduras del sol y quemaduras porque el agua salada se mezcla con el combustible y causa problemas en la piel. Sin embargo, esto es lo más fácil de recuperar después.

Mucha gente viene con problemas físicos fruto de la violencia que se sufre en Libia por todos los meses de cautiverio que están en centros de detención, siendo golpeados, violados y secuestrados para exclusivamente recibir dinero de parte de las familias. Vemos muchos signos de tortura en el cuerpo de los sobrevivientes que tenemos a bordo y, sin duda, una afectación, diría prácticamente universal de todos nuestros beneficiarios y rescatados. Es una salud mental muy frágil por todas estas situaciones de violencia que les ha tocado vivir en sus países de origen y de tránsito.

Damos una asistencia inicial y referimos a las autoridades sanitarias, en este caso de Italia, cuando desembarcamos, para que le puedan hacer el seguimiento correspondiente, que en muchos casos ni siquiera existe porque servicios de víctimas de tortura en Italia no existen, y mucho menos para poblaciones que no cuentan con un estatus migratorio regularizado. Sabemos muy bien que su atención no va a tener la continuidad que necesitaría.

Según su último informe, “Nadie vino a rescatarnos”, rescatan a personas de más de 20 países. ¿El lenguaje es una barrera para la atención?

Bueno, tenemos mediadores culturales y cubrimos gran parte de las lenguas que se hablan, o tal vez entre el mismo grupo poblacional. Hay algunos que hablan inglés, francés, árabe o bengalí, que son las lenguas de nuestros mediadores. Entonces siempre logramos comunicarnos con ellos. Claro, hablar de temas sensibles como es la violencia que han sufrido en las rutas hace que tengamos que estar preparados. No son temas que se puedan tratar de forma superficial.

La pandemia y los recientes cambios hacia gobiernos más conservadores endurecieron las posiciones de los países europeos, ¿cómo lo han vivido?

Nuestro sector ha sufrido mucho, sobre todo con el nuevo gobierno desde octubre de 2022 en Italia (con la llegada de Giorgia Meloni), que ha puesto unas políticas y unas leyes muy restrictivas para el rescate en el mar, y que ha llevado a detener más de 15 barcos de la sociedad civil por 20 días. Entonces, más de 300 días hemos estado detenidos en el conjunto de los barcos que hacemos esto. En nuestro caso, la primera detención fue de 20 días en febrero de 2023.

Es un ataque deliberado a la asistencia humanitaria de las personas que están tratando de evitar morir en el mar. Bloquearnos a nosotros no soluciona el problema. El problema se viene solucionando, tratando con mecanismos legales para que la gente no tenga que tomar esta ruta. En el caso de que lo hagan, existe un mecanismo de búsqueda y rescate oficial para poder evitar o minimizar las muertes, pero esto no sucede, al contrario, se nos ataca deliberadamente restringiendo nuestra capacidad operativa en el mar, obligándonos a dirigirnos solo a un puerto después del primer rescate, cuando sabemos muy bien que cuando parte una patera lo hacen muchas más.

Nos dejan rescatar solo a una, dejando a las otras atrás y, en lugar de desembarcar, como dicta la ley, en el lugar más cercano, nos mandan al norte del país, lo que significa otros cuatro o cinco días de navegación para llegar y otros tantos para volver a la zona de donde normalmente hacemos los rescates. Nos sacan del juego por 10 días sin reemplazarlo por nadie más. Disminuyen y minimizan la capacidad de rescate, ignorando todas estas muertes. Viene sucediendo, y con estas medidas no hacen más que exacerbar la gravedad de la situación.

Como organización hacen ciertos llamados específicos, ¿podría mencionarlos?

Alternativas seguras y legales para que nadie tenga que afrontar estos viajes incluyen poner en su lugar un mecanismo de búsqueda y rescate con un claro mandato de salvar vidas. También implica interrumpir el financiamiento a cuerpos criminales, como la Guardia Costera libia, que según misiones de las Naciones Unidas, tienen una clara relación con los traficantes de personas. El dinero europeo no puede financiar a personas con un claro historial criminal. Además, se debe lograr desembarcar a las personas buscando seguridad lo antes posible. Por último, no se debe obstaculizar el trabajo de la sociedad civil, sino buscar políticas públicas que realmente aborden el tema de la gestión del flujo migratorio.

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