Dominique Strauss-Kahn, ex director del FMI, busca lavar su deteriorada imagen tras la acusación de violación a la camarera de un hotel de Nueva York. La denuncia fue desestimada pero con otra demanda en ciernes por acoso a una periodista y una aspiración truncada de alcanzar el Elíseo, el objetivo es recuperar credibilidad y limpiar su perfil. Para ello, el político se sentó y se explicó durante poco más de quince minutos ante toda Francia en su primera comparecencia televisiva después del «affaire Diallo».

DSK calificó de «posible» que haya podido ser objeto de una «trampa»y contestó con un «veremos» a la pregunta de si fue víctima de un «complot». «Siempre he proclamado mi inocencia», aseguró DSK, «lo que ocurrió en la habitación 2806 ocurrió sin violencia. No hubo presión, ni agredí a nadie ni hubo nada delictivo. Lo dice el fiscal, no yo. Fue una falta moral hacia mi mujer, mis hijos, mis amigos y todos los franceses que contaban conmigo para el futuro».

Strauss-Kahn, que mostró en todo momento un rictus preocupado, acentuó su gesto al reconocer que «no estoy orgulloso de lo sucedido, lo he lamentado mucho […] Desde hace cuatro meses he visto el daño que he hecho a mi alrededor y he reflexionado; he perdido para siempre esa ligereza».