Hasta ahora sólo hay dos certezas sobre la caída del vuelo MS804 de EgyptAir, que llevaba a 66 personas: primero, que el piloto nunca reportó ninguna emergencia, y segundo, que el avión se perdió del radar sin causa aparente. De modo que las hipótesis son variadas y ninguna podrá ser confirmada hasta que exista un examen sesudo de las cajas negras y de los restos que deje el avión. Pese a que la aerolínea dijo ayer que habían encontrado dos plataformas de gran tamaño cerca de la isla de Creta, el comité griego de seguridad aérea desmintió que fueran parte del avión.

El avión partió de París a las 11 de la noche y debía aterrizar en El Cairo a las 3 de la mañana. Sin embargo, a las 2:45, cuando ya se encontraba en espacio aéreo egipcio, su señal se perdió en el radar y cayó, según fuentes oficiales, frente a las costa de la isla de Kárpatos (Grecia). Antes de caer, el avión dio dos giros bruscos, según recordaron los portavoces egipcios. En el avión había 30 egipcios, 15 franceses, dos iraquíes y otros pasajeros provenientes de Bélgica, Chad, Kuwait, Sudán, Reino Unido, Argelia, Canadá y Arabia Saudita.

El presidente francés, François Hollande, no se casó con ninguna hipótesis. El Servicio Federal Ruso aseguró que todo apunta a un atentado terrorista. Expertos consultados por EFE aseguraron que este Airbus, fabricado en 2003 y con 48.000 horas de vuelo, “en principio no debería tener ningún fallo catastrófico”. Es probable que su desaparición del radar se deba a que lo apagaron de manera manual o a que hubiera una falla en el suministro eléctrico. Un comandante retirado, consultado por esta agencia de noticias, afirmó que aunque el avión estuviera cayendo, los equipos seguirían activos y se habría emitido una señal de emergencia. “Si desaparece de repente del radar, se puede deber a una explosión que desintegre el avión o que se haya apagado el sistema de comunicación de radar”, aseguró esa fuente, que se mantuvo anónima. Sin embargo, los datos son insuficientes para decidirse por cualquier hipótesis. La policía francesa analizaba ayer los antecedentes de quienes subieron al avión.

El ministro egipcio de Aviación Civil aseguró que existe una mayor posibilidad de que se trate de un atentado. No sería la primera vez en los últimos tiempos. El 31 de octubre de 2015, un avión de la aerolínea rusa Kogalymavia se desintegró mientras volaba sobre el Sinaí egipcio. Una rama del Estado Islámico en ese país, bautizada Provincia de Sinaí, reivindicó el ataque, en el que murieron 224 personas. Tanto el gobierno ruso como el egipcio aceptaron que se trataba de un atentado terrorista luego de encontrar trazas de dinamita. Ningún grupo se ha responsabilizado por la caída del avión de EgyptAir.

La tragedia es también un llamado de emergencia para las autoridades, que tras los atentados de noviembre pasado en París, han reforzado sus círculos de seguridad militar y policial. Justo ayer, el aeropuerto Charles de Gaulle, de donde despegó el avión, reforzó sus medidas de seguridad. Según reporta The Guardian, las autoridades francesas han llegado al punto de revocar el permiso a docenas de trabajadores del aeropuerto que, a su juicio, no eran personal de confianza para trabajar en sus instalaciones. Los atentados en el aeropuerto de Bruselas (Bélgica), en marzo de este año, también reconfiguraron las medidas de seguridad de ese país. Es, en esencia, un extensión del estado de emergencia que no deja en paz ni a Europa ni a Oriente Medio ni a África.

La situación social de Egipto también es un indicador de fondo para algunos analistas. Tras la caída del presidente Hosni Mubarak en 2011, Egipto se convirtió en medio del caos en un campo fértil para las milicias islamistas y para el Estado Islámico, que encontró en el Sinaí una zona perfecta para operar. Un ciudadano croata fue asesinado por ese grupo el año pasado y la zona es blanco de ataques constantes.