Los dirigentes Olaf Scholz, de Alemania, Emmanuel Macron, de Francia, y Mario Draghi, de Italia, viajaron este jueves a Ucrania para mostrar el apoyo europeo a Kiev, una semana antes de que la Unión Europea decida si el país puede ser candidato oficial a la adhesión al bloque. Para los tres responsables, que llegaron a Kiev en un tren especial, es la primera visita a la capital ucraniana desde el inicio de la invasión rusa, el 24 de febrero. En la estación central de la capital, antes de dirigirse al hotel, Macron dijo a los periodistas que venía a Ucrania para dar “un mensaje sobre la unidad europea” y mostrar el “apoyo” al país.

En la mañana, los tres dirigentes europeos visitaron Irpin, una ciudad a 8 km de Kiev, “donde se perpetraron matanzas” durante la ocupación rusa en el mes de marzo, antes de reunirse con el mandatario ucraniano, Volodimir Zelenski. Desde allí, Macron aseguró: “Todos hemos visto estas imágenes de una ciudad devastada, que es a la vez una ciudad heroica, ya que es aquí, entre otros lugares, que los ucranianos detuvieron al Ejército ruso que bajaba hacia Kiev”.

El canciller alemán aseguró, por su parte, que “no sólo queremos manifestar nuestra solidaridad, también queremos asegurarnos de que la ayuda que organizamos, financiera, humanitaria, pero también cuando se trata de armas, continuará”, dijo en una entrevista al diario alemán Bild. “Seguiremos tanto tiempo como sea necesario para luchar por la independencia de Ucrania”, añadió.

En su encuentro con Zelenski, abordarán la asistencia militar y la solicitud de Kiev de adherirse a la Unión Europea, respaldada por Berlín, París y Roma, pero en una perspectiva más lejana. Los veintisiete países celebrarán una cumbre el 23 y el 24 de junio en la que decidirán si aceptan a Ucrania como candidato oficial a la adhesión, el inicio de un proceso que puede durar años.

Ayuda de Estados Unidos

La visita llega en un momento delicado en el plano militar, con las tropas rusas estrechando el cerco en la región oriental del Donbás, mientras las autoridades ucranianas multiplican sus pedidos de armas occidentales.

El miércoles, Estados Unidos anunció un nuevo paquete de ayuda militar, valorado en US$1.000 millones, que incluirá artillería, sistemas de defensa antibuque, municiones y sistemas avanzados de misiles. “Estoy agradecido por este apoyo, es especialmente importante para nuestra defensa en el Donbás”, dijo Zelenski tras una conversación con su homólogo estadounidense, Joe Biden.

Además, la potencia norteamericana reclamó a sus aliados acelerar el respaldo militar a Ucrania, que “se enfrenta a un momento crucial en el campo de batalla”, afirmó su secretario de Defensa, Lloyd Austin. En la misma línea, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, pidió “intensificar” las entregas, aunque reconoció que las armas solicitadas por Kiev requieren “entrenamiento, conservación y mantenimiento”. Por su lado, Rusia intenta interceptar las entregas y anuncia periódicamente que ha destruido cargamentos suministrados por la Alianza Atlántica.

El porvenir del conflicto pasa ahora mismo por el Donbás, la cuenca minera del este de Ucrania formada por las regiones de Lugansk y Donetsk, controlada parcialmente por separatistas prorrusos desde 2014. Tras desistir de la toma de Kiev en marzo, Moscú quiere conquistar toda esta zona y concentra su fuego en las ciudades vecinas de Severodonetsk y Lysychansk, último gran reducto bajo control ucraniano en Lugansk.

Severodonetsk, “elemento estratégico”

“Desde hace casi cuatro meses, (los rusos) sueñan con controlar Severodonetsk, donde, de 100.000 habitantes, siguen unos 10.000, sin contar las víctimas”, afirmó el jueves Serguéi Gaidai, gobernador de la región de Lugansk, en la mensajería Telegram. Según él, “el Ejército ruso pierde cientos de combatientes, pero encuentra reservas y sigue destruyendo Severodonetsk”. Sin embargo, “nuestros militares mantienen la defensa”, afirmó.

Las autoridades ucranianas reconocieron en los últimos días que sus tropas habían sido repelidas del centro de Severodonetsk y solo disponían de “vías de comunicación difíciles”, tras la destrucción de todos los puentes que conectan con Lysychansk, en la otra orilla del río Donets.

“Severodonetsk es un elemento estratégico en nuestro sistema de defensa de la región de Lugansk. La ciudad no puede considerarse de otro modo”, reconoció el miércoles el Ejército ucraniano. Parte de sus efectivos en la ciudad se han atrincherado en la fábrica química de Azot, que también cuenta con unos 500 civiles refugiados en su interior, según el alcalde de la ciudad, Oleksander Striuk.

Rusia propuso el martes un “corredor humanitario” para evacuar civiles hacia los territorios controlados por sus tropas, pero el miércoles acusó a Kiev de impedirlo. Las autoridades ucranianas no se pronunciaron al respecto.

Aislado por Occidente, el presidente ruso, Vladimir Putin, conversó el miércoles con su homólogo chino, Xi Jinping, que expresó “el apoyo mutuo” de ambos países en asuntos de “soberanía, seguridad y otras cuestiones de interés”. Por su lado, la ONU volvió a recordar el peligro de una crisis alimentaria mundial debido a la guerra y señaló que el número récord de 100 millones de personas desplazadas en el mundo puede aumentar si no se resuelve la cuestión.